The Legend of Zelda: Breath of the Wild. Lo mejor que le pudo pasar a esta generación.

Cuando una idea generalmente está bien pensada y es bien ejecutada, la consecuencia es que sea un éxito y deje huella. Justo esto ha pasado con la franquicia de Zelda, que ha llevado a su creador Shigeru Miyamoto, a considerarlo como un genio y un enorme creativo.

The Legend of Zelda fue creado y planeado a principio de los años ochenta, una época en que prácticamente todos los días se daban a conocer licencias interesantísimas, que con el paso del tiempo, se han mantenido en nuestros gustos. En ese entonces, Nintendo tenían ya figuras como Mario y Donkey Kong, sin embargo faltaba ese personaje que fuera más allá de golpear tortugas y saltar en plataformas… se necesitaba un personaje que nos hiciera soñar con la aventura.

Link, Zelda, Gannon, el reino de Hyrule fueron concebidos como una historia épica con elementos emblemáticos de este tipo de cuentos, pero con un toque muy original que, hasta hoy, se ha mantenido vigente y en el gusto de los gamers de prácticamente todas las edades.

Princesas, reinos, magos, hadas, villanos y un héroe equipado con una pequeña espada y un escudo, pero con el suficiente potencial de rescatar a una princesa, devolver la paz al mundo y quedarse en nuestra mente por años…

Hoy, estamos de plácemes por la llegada del estupendo juego The Legend of Zelda: Breath of the Wild, una aventura perfecta que ha sorprendido nuevamente a la industria. Si ya tuviste oportunidad de jugarla, sabrás que es enorme, hermosa y épica, pero que a pesar de los años y las diversas épocas en las que han salido los juegos de Zelda, el encanto sigue intacto y este juego es el ejemplo perfecto de un regreso a los orígenes con el potencial de lo actual…

Para The Legend of Zelda: Breath of the Wild, tomaron lo mejor de cada entrega de Zelda, creando en un juego orgánico, es decir, en un juego con (aún) más vida, ya que notaras elementos de la primerísima aventura de Link de NES, mecánicas de Skyward Sword, guiños hermosos a Ocarina of Time, etc, es decir “elementos Zelda” como si de un nuevo género se tratase.

The Legend of Zelda: Breath of the Wild, es gigantesco. Te recomiendo que hagas una buena planeación de tus horas y tus actividades diarias, pues este título te llevará por un mundo con mil posibilidades de exploración; cada cueva, cada calabozo, cada bosque te puede llevar horas en recorrerlo y resolver los retos que presentan. Aunque te aconsejaría también que tomes tu tiempo para pasearte con toda calma por Hyrule, y aprecies los paisajes, los atardeceres, disfrutes del viento que sutilmente agita la vegetación, el cielo que se mueve sobre tu cabeza: un mundo vivo, lleno de pequeños detalles, mezcla perfecta de harmonía y caos y sí, de momento recordarás The Wind Waker, pero más hermoso.

Tomar de nuevo a Link, es como reencontrarte con un viejo amigo; es reconfortante y emociónate a la vez, y sabes que juntos, una vez más como desde hace 30 años, los espera una aventura visceral, donde reirás, gritaras, lloraras y tu paciencia será puesta a prueba, pues no es un juego fácil, amigable, pero no sencillo.

Cuando menos te des cuenta el lazo que te ha unido a Link y su universo, será más fuerte, ya que su magnífica historia te exigirá planear, imaginar, crear, soñar… sabiendo que en cada calabozo conquistado, cada enemigo derrotado, cada puzzle resuelto, te iras acernado al final de esta nueva aventura, deseando que no termine nunca… Créeme, The Legend of Zelda: Breath of the Wild, es lo mejor que le pudo haber pasado a la actual generación de jugones, y Zelda lo mejor que le pudo haber pasado a la historia del gaming… No jueges The Legend of Zelda: Breath of the Wild, mejor vívelo…